jueves, 16 de octubre de 2014

TU CABEZA EN MI HOMBRO - Cuento de Hector Edgardo Barberis


TU CABEZA EN MI HOMBRO

 

            Alguien que no conocía me sostenía en una posición  harto incómoda que parecía lejana del apacible nido en que lentamente, célula a célula me había ido transformando.-

            Algo me decía que el mundo no era así, como lo veía en esos momentos.-

            Que el pecho de quien colgaba no podía estar por sobre su cabeza, pero al parecer sus manos aparecían invertidas.

            ¿Sería un ser extra planetario con sus manos apuntando al cielo? En ese caso, ¿estaría pidiendo o rogando algo?.-

            Desde ya que no concordaba con sus modales porque sin que nadie se lo pidiera me sostenía con su fuerte mano propinándome severos golpes en mis pequeñas nalgas con la otra, que como les contara estaban ubicadas al revés, no como todos los mortales que conocía, vah…en realidad sólo uno o dos de ellos, pero que a simple vista eran distintos.-

            Reían, confieso que no sé de qué lo hacían.-          

            Otro más allá que también tenía la cabeza flotando y los pies en el techo lloraba, balbuceaba y a veces también reía, creo, porque en realidad como les dije era el primero o segundo a quien veía reír.

            Rápidamente me di cuenta que un grueso y desordenado tubo unía al extraterrestre con el suelo, o lo que parecía serlo.-

            Se movía cansinamente, chorreando un líquido pegajoso que a no dudarlo era la materia propia de los extraterrestres.-

            Pero en forma rauda éste le colocó dos aros que apretaban fuertemente su tubo.-

            Pensé en ese momento que era una manera muy rara de acicalarse, aunque no estaba en situación de hacérselo saber.-

            Pero así era, y lo estaba viendo con mis propios grumosos ojos.-

            A pesar de haber llegado al mundo hacía unos instantes ya me inundaba el desconsuelo de esa duda que atravesara todos los tiempos y todas las Humanidades ¿o sería a una sola de ellas?.-

            Pero era claramente esa duda una espina clavada en mi novel sub consiente que gracias a ella ya tomaba conciencia  de sí y  de la existencia de otros diferentes consientes.-

            En un abrir y cerrar de ojos (se darán cuenta que es una forma de decir) el extraterrestre cortó el tubo que lo unía al suelo una de cuyas partes cayó pesadamente hacia la madre tierra mientras que la otra pendulaba ante mí.-

            Péndulo hacia aquí, péndulo hacia allí.-

            Fue en ese momento en que la duda trocó en miedo.-

            Pavor me arriesgaría a decir.-

            El razonamiento era claro.-  Si el extraterrestre cortaba el tubo que lo unía al cielo caería pesadamente hacia la tierra, y lo que sería peor yo caería con él.-

            Pero no.  El tiempo transcurría y el ignoto ser no caía ni volaba.- Allí estaba, cosa que aumentó en forma alarmante mi desorientación.-

            ¿Yo  sería igual? ¿Y mi pátina verde?.-

            En apenas unos instantes había recorrido con mis interrogantes buena parte de las preguntas  que muchos se hicieron en todas las épocas.-

            Era mucho para alguien que recién emergía del tibio calor del agua transmutada en frío aire circundante y además inundado de luz y color …¿color dije?...Si colores por doquier.-

             Cansado de tanta situación anómala me expresé con toda la fuerza de mis pulmones.-

            Grité, grité y aproveché también a llorar un poco sabiendo en ese momento, que mi llanto era el llanto de un varón, según lo que dijo el extraterrestre, yo era.-

            Increíblemente un grito y unas pocas lágrimas hicieron el milagro.-

El extraterrestre pareció dejar de serlo y ahora sí sus manos apuntaban a la tierra, y su cabeza estaba sobre su pecho aunque todavía mantenía esa pátina verde matizada con blanco que apenas dejaban ver sus ojos vivaces que también parecían reír, eso creo, o eso quise creer.-

            Mientras me debatía en mis interrogantes una vez más el mundo, tal como lo conocía hasta ese momento, cambió para mí.-

            Cambió de tal forma que ya no podía establecer cuál era el cielo y cuál la tierra, cuál el arriba y cuál el abajo.-

            Flotaba ingrávido sobre otra criatura que me sujetaba con firmeza pero mucho menor que la del extraterrestre.-

            Casi  se diría con suavidad y ternura.-

            Sus manos recorrieron mis extremidades palpando cada una de ellas, contando en silencio mis dedos para seguidamente desplazarla con la misma suavidad por mi espalda donde se encontraría con otra mano temblorosa.-

            Así pasaron unos instantes donde el mundo se hallaba arriba y abajo mío, y yo dentro de él en la certeza que ya pertenecía a otra dimensión.-

            Sin saberlo, en pocos minutos había tratado con un ser galáctico que terminó depositándome en una mullida superficie solo alborotada por una respiración cada vez menos jadeante y acompasada.-

            Con lentitud, casi como pidiendo permiso esas dos manos me envolvieron que una manera que me pareció conocida, y por ello tranquilizadora.-

            Así fui experimentando un calor conocido, un aroma que ya antes había percibido como seguro, que me hizo olvidar la duda sobre el arriba y el abajo, sobre el cielo y la tierra.-

            Un calor que me invitó a ingresar en la pausa de un sueño con la certeza que me daba tu cabeza en mi hombro.-

 

 

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